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Por Diego Tovar

Co-fundador de UBankU y Fundador del Augmented Business Consortium, DAO en la Web3 para democratizar el acceso a la creación de capacidades digitales para personas y empresas.

No estamos en una era de cambios. Estamos en un cambio de era.

Quienes vivimos en la tercera década del siglo XXI, estamos presenciando la mayor cantidad de cambios en la historia de la humanidad y vemos una aceleración en la materia, sin precedentes.

Tal como lo mencionó Barack Obama en su último discurso como presidente de los Estados Unidos, si bien la globalización y la tecnología nos han generado una mejora en el promedio de la calidad de vida en el planeta durante los últimos 70 años, paradójicamente la brecha entre ricos y pobres se ha ampliado y hoy hay gente que quisiera “regresar” en el tiempo y que reniega del avance tecnológico.

La cuarta revolución industrial, 4RI, acabó con la teoría económica de los factores de producción (tierra, capital y trabajo) e instauró a la información como el nuevo factor de producción preponderante y que dio origen a la economía digital. La aceleración digital producto de esta 4RI y presionada por la pandemia tienen ahora un nuevo factor de influencia, que es lo que llamamos el metaverso.

Por otro lado, la pandemia del Covid -19 no solo dejó una gran cantidad muertos y graves consecuencias en materia de salud mental en el mundo, sino que creó la economía de bajo contacto, una con restricciones de seguridad, de salud, de movilidad y que ha afectado el entorno de negocios.

No esperábamos ver en pleno siglo XXI una guerra como la que libran Rusia y Ucrania, ni tampoco una crisis como la presentada en la cadena de suministro global tras la pandemia. El cambio climático es sin duda otro fenómeno que nos obliga como nunca antes a actuar y estamos ad portas de una eventual recesión a escala global que parece ser inminente.

 

Además de lo anterior, el orden económico mundial está cambiando y pareciese que la hegemonía del dólar y de los Estados Unidos, está siendo desafiada por el yuan y China, como eventual nueva potencia en este orden mundial. Sin embargo, desde hace años he sostenido que tal hegemonía de China durará poco, pues creo que el verdadero nuevo orden no será de monedas como las que conocemos, ni de países – estados/nación. Estamos presenciando el ocaso del sistema capitalista y su resquebrajamiento dará lugar a un nuevo paradigma post – capitalista, que algunos autores llaman la Sociedad del Cero Costo Marginal (Zero Marginal Cost Society).

En este paradigma veremos nuevos modelos de gobierno basados en el concepto de futarquía propuesto por Robin Hanson en la cual, oficiales elegidos por votación, definirán medidas de bienestar nacional, y los mercados de predicción determinarán qué políticas tendrán el efecto más positivo. De acuerdo con JJ Campuzano, activista ciber punk fundador de Lex Cryptographica y uno de los entusiastas filósofos más relevantes en Ethereum, en 2027 aparecerán las cripto – ciudades en la nube y en 2028 veremos las primeras DAO (Organizaciones autónomas descentralizadas en la Web3) políticas, con nuevas plataformas de gobierno basadas en tecnologías renovables. Estos nuevos paradigmas sociales serán impulsados por la inteligencia artificial y el blockchain.

Ethereum se puede llegar a convertir en la columna vertebral de la IoT industrial y la nueva arquitectura financiera del siglo XXI, basada en DeFi, y con ello en 2029 podremos presenciar las primeras naciones descentralizadas (Network States) con sus propias monedas, ciudadanos y territorios distribuidos por el mundo físico y por el metaverso y con capacidades de acción colectiva. Alguna de estas naciones descentralizadas será la que lidere el nuevo orden económico mundial.

Estas nuevas naciones gozarán de un sistema operativo y serán controladas por DAOs inteligentes, con reglas transparentes, con las que finalmente se derrotará la corrupción en el mundo y donde se hará auditoría en tiempo real a partir de millones de nodos de blockchain distribuidos en todo el planeta. Es probable que al finalizar la década estas primeras Cripto naciones sean reconocidas por las Naciones Unidas y tengan soberanía y un grado total de autonomía descentralizada y que se apoye en una carta magna cryptographica, a manera de constitución. Este será el nuevo orden económico y probablemente una nueva era: la del “renacimiento digital” impulsada por una nueva revolución industrial hiper tecnológica.

Parece entonces que la economía digital disrumpirá los negocios a escala mundial y por ello es imperativo que evangelicemos a los empresarios para que entiendan esta nueva economía. Esta es la economía de la abundancia, en la que los seres humanos dejan atrás el afán de poseer y ahora prefieren ser, experimentar y acceder a recursos que no son de su propiedad y en los que la clave es compartir y apalancarse. En este nuevo mundo surgieron las organizaciones exponenciales y tal como acuñó Brian Solís, apareció el fenómeno que él llamó darwinismo digital, en el que las empresas cuya capacidad de adaptación no alcance la velocidad de evolución de la tecnología y a la vez el comportamiento del consumidor vaya más rápido que la empresa, ésta desaparecerá en un fenómeno de selección natural.

Así, la respuesta empresarial a esta revolución es lo que llamamos la transformación digital y ésta no se puede quedar en una mera optimización de lo que ya tenemos en la empresa. No basta con mejorar la productividad, los ingresos existentes y la experiencia del cliente, hoy tan de moda. Se trata de generar nuevas fuentes de ingresos a partir de productos y servicios digitales novedosos y de nuevos modelos de negocio. La mayoría de las iniciativas de transformación se han reducido a la generación de capacidades digitales a partir de la introducción de nuevas tecnologías y se ha pasado por alto la generación de capacidades de liderazgo para lo digital, donde está la verdadera clave de la TD.

El desafío digital tiene que ver entonces con ejecutar la TD en períodos cortos y continuos y no en ejercicios de años como los que vemos hoy. También, la llegada del paradigma de la Web3 y el metaverso se convierten ahora en parte fundamental del reto empresarial, pues se ejercerá una enorme presión sobre las áreas de tecnología, hoy de por sí agobiadas con lo que conocemos como la deuda técnica.

Para lograr avanzar exitosamente en tal desafío, uno de los elementos clave es la migración al cloud, que se convierte en el pilar fundamental de la TD. Para llegar al estadio en el que la tecnología haga que la compañía sea del tipo plataforma y se comporte exponencialmente, debemos logar que la tecnología sea el acelerador del negocio y a su vez el generador de la innovación, lo que será posible solamente si adoptamos la nube como la base para la transformación.

Si pensamos entonces en un nuevo modelo de transformación digital de siguiente generación, este debe desarrollar un qué, que parta del reto al modelo de negocio en la fase que llamo, en el marco de referencia que desarrollé, la iluminación estratégica, en la que se re define la aspiración ganadora de la empresa a partir del propósito y se aterriza en la estrategia digital, definiendo el nuevo campo de juego, la propuesta de valor y las capacidades necesarias para ganar en este nuevo juego digital.

Se aborda el frente de transformación orientada al cliente a partir de entender el comportamiento de los clientes en el mundo digital, para desarrollar un nuevo proceso de atracción y retención de clientes, desarrollar nuevos productos y servicios digitales y convertir a la empresa en una insight driven, que tome decisiones basadas en la evidencia producida por los datos y no en hipótesis de quienes la administran. Hacia el interior de la compañía, se introduce la automatización inteligente de procesos, que más allá del uso de BPM y RPA, busca generar una de las claves del éxito en lo digital y que algunos han mencionado diciendo que las compañías del siglo XXI son compañías de software, y que en el framework interpretamos como la necesidad de convertir los procesos y el know how del negocio en propiedad intelectual escalable (activos digitales).

De nada serviría este proceso de reinvención, si no se hace también un cambio profundo en la estructura organizacional, para llevarla a una organización más líquida, como las organizaciones teal propuestas por Frederic Laloux, en la que la toma de decisiones es distribuida y no tomada por las jerarquías empresariales y la organización es auto gestionada y con un propósito evolutivo. Sin duda, habrá que transformar la cultura y reforzarla con la construcción de unos nuevos cimientos tecnológicos: la arquitectura digital, basada en la migración a la nube.

 

El cloud, debe estar basado en aplicaciones de siguiente generación, con aprovisionamiento a través de APIs (application program interfaces), ecosistemas DevOps y basados en tableros de control que verifiquen continuamente la salud de la nube. Esta nueva infraestructura de nube, debe ser auto administrable y auto escalable y en términos de negocio, el cloud se convierte entonces en el conductor y habilitador del negocio, para hacerlo sostenible en la economía digital.