Los trabajadores del futuro organizan su tiempo y dividen sus tareas según su propio interés. Trabajan desde casa, llevan a sus hijos al colegio, hacen las compras, realizan trámites y retoman sus tareas laborales cuando la casa está en silencio.
A esto llamamos fragmentación: a la división del tiempo en pequeños segmentos que se intercalan entre tareas laborales y momentos de ocio. Un método que hasta ahora se usaba con la idea de mejorar la productividad.
¿Cómo dividimos el tiempo entre el trabajo y nuestra vida privada?
Esta pregunta se relaciona con los cambios en la vida de los trabajadores: en las condiciones laborales, en los hábitos de trabajo y hasta en las propias oficinas.
Todo está llevando a que los llamados trabajadores del conocimiento (aquellos que tienen un alto nivel sociocultural y educativo) ya no quieran pasar entre 5 y 9 horas por día en una oficina.
En su lugar, eligen horarios y métodos más flexibles, como el trabajo desde casa. Si bien todavía persisten los hábitos de trabajo más tradicionales, la consultora KPMG realizó una encuesta, que arroja algunos resultados:
Cifras de fragmentación
Uno de cada cinco empleados australianos está experimentando un mayor nivel de fragmentación en su trabajo diario, y esto afecta a todas las industrias y a todos los sectores.
Situación actual
Las organizaciones que proveen un amplio espectro de tecnologías a sus empleados para mejorar la productividad, pueden a su vez sufrir consecuencias negativas, como costos de salud, mayor cantidad de horas de trabajo y la intrusión de trabajo adicional en el tiempo de ocio personal.
Una posible solución
La misma encuesta revela cuando la fragmentación está moderada, se alcanza un punto con un máximo beneficio y un mínimo impacto negativo. En estos casos se reportaron menos niveles de estrés y mayor tiempo de calidad.
Mientras la tecnología nos libró de la tiranía de las 5 o 9 horas en la oficina, parece haber un nuevo fenómeno en donde las reglas todavía no están claras. “¿Quién es el jefe, tú o tu gadget?” se preguntaba The New York Times un año después de la encuesta, mientras nos sumergíamos en un “tsunami de tecnología”.
Seguimos inmersos, pero con algunas certezas. Una de ellas es que el trabajo incluye un sentimiento de pertenencia: tiene sentido para cada red o comunidad a la que pertenece un individuo. Al encontrar el equilibrio justo entre la actividad laboral y la vida personal se potenciarán los buenos resultados y aumentará la productividad.