Si un día olvidamos nuestra billetera en casa, podríamos continuar con la jornada sin mayores dolores de cabeza. Pero si lo que dejamos sobre la mesa de noche antes de salir es nuestro teléfono celular, experimentaríamos una suerte de ataque de ansiedad y, seguramente, volveríamos corriendo para recuperarlo. En un mundo híper conectado, cada uno de nosotros produce una enorme cantidad de información día a día y nuestras vidas giran alrededor de las conexiones digitales. La economía digital es una realidad en todo el mundo. La pregunta es hasta qué punto las pymes y los emprendedores latinoamericanos están preparados para poder enfrentar este nuevo contexto.
En líneas generales, la región no sólo está preparada para este desafío: ya forma parte de esta realidad. Para 2020, el 68% de las conexiones latinoamericanas se realizarán desde un smartphone, según datos de GSMA Intelligence. Por otra parte, la economía digital ya representa el 4% del PBI en latinoamerica y, según un estudio promovido por el fabricante coreano de dispositivos Huawei, existe una correlación directa que determina que por cada 20% de incremento en las inversiones de TI de un país, su PBI crece un 1%. Traducido a lo que ocurre cotidianamente, esto significa que a medida que las empresas latinoamericanas inicien su recorrido hacia la transformación digital lograrán crecer y competir mejor y, como consecuencia, contribuirán a incrementar el PBI.
En especial, esta era de disrupción digital representa una oportunidad única para las pymes y los emprendedores: el nuevo paradigma, apoyado en la computación en la nube, ofrece las mismas posibilidades de acceso a las nuevas tecnologías y a las oportunidades emergentes a una gran corporación como a una pequeña organización, con lo cual las pymes y los nuevas emprendimientos quedan en condiciones de competir con las grandes compañías. En definitiva, lo que ocurre es que la tecnología nivela el campo competitivo entre los grandes y el resto del mercado, creando un verdadero marco de “democratización” de la competitividad. Este dato cobra mayor relevancia precisamente en Latinoamérica, considerada como la segunda región con mayor capacidad de emprendimiento del mundo. Brasil es el país que lidera este ranking global, que tiene también a Chile entre los diez primeros puestos.
Además, según el Global Entrepreneurship Monitor, un 30% de los emprendedores latinoamericanos se inspiran más en la oportunidad que en la necesidad. Dicho de otra manera, son innovadores capaces de encontrar nuevas maneras de resolver problemas, de crear soluciones a través del uso de tecnologías emergentes y, en muchos casos, de aplicar esas herramientas para generar cambios de alto impacto social, a partir de la creación de modelos de negocios sociales que apuntan a mejorar la calidad de vida de los habitantes y a colaborar con la recuperación económica de las naciones en las que operan.
Un ejemplo de espíritu empresarial con beneficio social en el sector salud es Previta, una empresa mexicana que ha ayudado a más de medio millón de personas a controlar y prevenir enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión, a través de un servicio digital que permite monitorear pacientes a gran distancia. Ademas ofrece una aplicación telefónica para control y alertas. Otra empresa social que genera impacto en la lucha contra las enfermedades transmitidas por mosquitos, tales como el dengue, la malaria, y hasta el virus del zika, es Fumajet en Brasil. Mediante el uso de motocicletas provisionadas de una tecnología innovadora para fumigar en los lugares inaccesibles, esta empresa ya está presente en África y otros países de nuestra región.
Las pymes y los emprendedores que se vuelcan hacia la innovación y que logran sacar provecho de esta ola de la economía digital tienden a crecer y a cumplir con su rol histórico: ser los agentes de cambio y los motores de la economía de sus respectivos países.
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Claudio Muruzabal, Presidente de SAP Latinoamérica y el Caribe