La transformación hacia el modelo de Industria 4.0 no es un salto cuántico, sino un proceso de mejora continua. Muchas empresas se muestran temerosas ante la perspectiva de modificar por completo sus operaciones, dedicar ingentes cantidades de dinero y de recursos y llenar sus instalaciones con sensores sin conocer a priori cuáles serán los beneficios de semejante inversión. La realidad indica que el primer paso es hacer un análisis de los procesos actuales y los puntos de dolor. El trayecto puede iniciarse con las actividades más repetitivas, que tienen mucha intervención manual -con los potenciales errores consecuentes que este manejo produce o que aportan menos valor para luego ir desplegando una mayor cobertura e incrementando los niveles de análisis.
La preconcepción de que el pasaje a Industria 4.0 consiste en presionar un botón produce mucha frustración y conlleva a que se den pasos en falso que luego son difíciles de deshacer. Uno de ellos es, precisamente, la urgencia. Muchas empresas corren detrás de promesas vacías de conectividad e innovación inmediatas y apuestan a soluciones propietarias o complejas que automatizan parcialmente las operaciones pero inhabilitan los datos y el know how para el momento en que hay que dar el salto organizacional de avanzar hacia un modelo 360º. En este sentido, el desafío es encontrar el equilibrio entre comenzar a resolver las necesidades cotidianas y desplegar una mirada más amplia y abarcativa en el mediano y largo plazo.
La travesía puede iniciar de diferentes maneras. Muchas veces se apunta el radar en primera instancia hacia procesos que forman parte del punto focal de la estrategia, que generan más gastos o que producen mayores dolores de cabeza. Desde la gestión de activos móviles para transporte hasta la trazabilidad y la colaboración en la cadena de suministro, pasando por el mantenimiento predictivo de los equipos, el manejo de almacenes, el cumplimiento de normativas internacionales y un etcétera gigantesco que depende de las estructuras y las necesidades de cada empresa. El desafío es en todos los casos gestionar, estructurar, almacenar y obtener conocimiento de la enorme masa de datos que ya generan los procesos industriales para que pueda ser utilizado en la toma de decisiones por los diferentes niveles de la organización.
El círculo virtuoso queda activado: una primera inversión controlada que genera beneficios y retornos tangibles activa nuevas iniciativas cuyo resultado es siempre el mismo: ahorros masivos de costos, incrementos notables en la productividad e impacto directo en la rentabilidad. Al mismo tiempo, se delimitan los riesgos.
Abrazar la cultura de innovación y de incorporación de nuevas tecnologías es el paso clave para comenzar la adopción de un modelo de Industria 4.0. Se pueden hacer grandes cosas: tecnologías como inteligencia artificial, internet de las cosas y blockchain logran que prácticamente no existan los límites. Pero la mejor estrategia es enfocarse en dar correctamente los primeros pasos: no se puede correr una maratón luego del primer día de entrenamiento.
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