Los datos económicos reflejan cómo la guerra de Ucrania, junto a la crisis provocada por la pandemia, influyen en el consumo y el ahorro. Ahora bien, ¿cómo afecta la inflación a las empresas? 

Generalmente, la tendencia al alza en los precios contrae la economía. Las organizaciones necesitan poner en marcha acciones preventivas para evitar que el desequilibrio entre oferta y demanda tenga consecuencias negativas en la gestión de tesorería.

En 2021, el Índice de Precios al Consumo (IPC) se cerró en el 6,5 %, pero en julio de este año llegó hasta el 10,8 %, unos máximos que no se veían en nuestro país desde hace más de 30 años.

¿Cuáles son las causas de la inflación actual?

Los precios de los bienes y servicios están sujetos a continuos cambios en la economía de mercado, ya sea al alza o a la baja. La inflación se produce cuando un aumento generalizado de precios provoca que el valor de la moneda descienda y, por tanto, genera una disminución del poder adquisitivo.

Empresas y ciudadanos perciben el incremento de precios, especialmente en los combustibles, la electricidad y la cesta de la compra. Según los datos del IPC proporcionados por el INE, en junio la gasolina subió 10,8 % respecto a mayo, la electricidad un 9,1 % y el precio de un bien básico como es el pan sufrió un incremento del 1,4 %. 

Los factores que influyen en la tasa de inflación actual son diversos:

  • El precio mayorista de la electricidad ha crecido exponencialmente a causa de la subida del petróleo y el gas. 
  • El coste de la gasolina y el gasóleo se ha disparado, en gran parte, como consecuencia del conflicto en Ucrania.
  • La guerra en el este de Europa y la pandemia elevaron el precio del trigo y otros cereales y, por tanto, de muchos alimentos. 
  • Los precios de las materias primas han influido en el coste de servicios como transporte público, hostelería y restauración. 
  • La subida del euríbor a 12 meses, índice de referencia de la mayoría de las hipotecas, ha alcanzado máximos que no se veían desde hace más de una década.

Si se cumplen las previsiones menos optimistas, la recuperación de la economía será dificultosa. Las consecuencias de la inflación en las empresas y los hogares se dejarán sentir durante bastante tiempo.

Efectos de la inflación en las empresas

La inflación tiene efectos negativos en las organizaciones cuando alcanza niveles como los que está experimentando en los últimos meses. Las principales consecuencias de la inflación en las empresas son las siguientes:

Riesgo de entrar en una espiral alcista

En un contexto en el que las familias pierden poder adquisitivo, resulta muy complicado que las empresas puedan reflejar el incremento de costes de producción en los precios de venta.

Si los precios finales se elevaran al mismo ritmo que las materias primas, la inflación continuaría creciendo y la economía peligraría.

Problemas de liquidez

La contracción de la demanda podría llevar a algunas empresas a bajar sus precios para mantener la liquidez de la empresa y reducir el riesgo de desaparecer. Esta política a corto plazo entraña peligros a medio y largo plazo, tanto para las organizaciones que la ponen en práctica como para el resto del sector.

Reducción de márgenes

El aumento de los costes de adquisición de bienes de equipo, de activos como alquileres y de suministros, como la electricidad, tiene como consecuencia una reducción de los márgenes de beneficio

Este fenómeno, conocido como «ladrón silencioso» o «impuesto oculto», implica una menor capacidad inversora y una disminución de la liquidez.

Aumento de la competencia por captar clientes

La lucha por captar clientes en momentos de contracción de la economía es feroz. El aumento de precios genera miedo y menor liquidez en los consumidores. La población tiende a reducir el consumo y, por tanto, las empresas se ven obligadas a invertir más en sus políticas comerciales y de marketing

Para hacer frente a todos estos riesgos, la gestión empresarial debe ser más cuidadosa que nunca. Las soluciones digitales de planificación financiera resultan de gran ayuda en estos momentos. Diseñar una estrategia adaptada a los tiempos que corren es esencial para controlar los efectos de la inflación en las empresas hasta que llegue la recuperación económica.

Cómo combatir los efectos de la inflación en las empresas

Conocer cómo afecta la inflación a las empresas es esencial para tomar las medidas oportunas que permitan combatirla. En momentos de incertidumbre, las organizaciones deben asesorarse para implementar planes estratégicos que les ayuden a optimizar la gestión de gastos, reestructurar la deuda y mejorar la gestión.

Las acciones cortoplacistas y poco meditadas no son la solución. Por tanto, es preciso plantear otras tácticas que no se basen en la reducción de precios, sino en el valor añadido del producto o servicio. 

La celeridad en la toma de decisiones es clave si se quiere prevenir las consecuencias de la inflación en las empresas. Estos son algunos consejos que pueden ayudar a mitigar los efectos de la escalada de precios.

Analizar cómo afecta la inflación a la tesorería

La inflación puede desequilibrar la balanza de cobros y pagos. Un control exhaustivo del circulante es indispensable para prevenir posibles crisis de liquidez. Las herramientas para la gestión de la tesorería resultan de gran utilidad para disponer de datos actualizados en tiempo real. 

Con información fidedigna es posible mejorar el equilibrio entre las partidas y evitar desfases que puedan afectar negativamente a la capacidad de pago de la empresa. 

Revisar los proyectos de inversión

¿Conviene seguir adelante con los planes de inversión? ¿Es buena idea paralizarlos todos? Los efectos de la inflación en las empresas no son los mismos en todos los casos, por lo que conviene estudiar detalladamente inversiones y desinversiones

Ante una reducción drástica de la demanda y un incremento descontrolado de los precios, es posible que convenga aplazar algunos proyectos de inversión. En otros casos, puede ocurrir todo lo contrario. Algunas empresas pueden encontrar en estos momentos buenas oportunidades para fusionarse o adquirir compañías en busca de liquidez.

La inflación siempre genera incertidumbre, pero no debe ser un motivo para interrumpir todos los planes sin estudiar su viabilidad económica. 

Vigilar de cerca los contratos con proveedores o clientes

Los contratos a largo plazo que ya se hayan firmado pueden ser los más susceptibles a la inflación. Desde que se pactan las condiciones hasta que se ejecutan pasa mucho tiempo, por lo que los vaivenes de la economía pueden hacerlos inviables si no se toman medidas para adaptarse a la situación actual.

Esto afecta a las empresas tanto si actúan como proveedores como si son clientes. Por un lado, puede darse el caso de que una compañía haya contratado un servicio al que no puede hacer frente. De otro, puede suceder que a un proveedor no le interese continuar adelante con un contrato sin revisar las condiciones. 

La flexibilidad y el equilibrio son los grandes aliados de las empresas en estos momentos para promover una colaboración con menos riesgos.

Optimizar la cadena de suministro

La cadena de suministro es una de las que más puede verse afectada por la inflación: no se pueden parar las entregas ni la reposición de inventarios y, al mismo tiempo, se sufren más los incrementos de los precios del transporte o las materias primas. 

Ante este escenario, una buena idea es anticiparse a necesidades futuras para optimizar la gestión de la cadena de suministro. El dinero pierde valor con la inflación, los cobros pueden retrasarse, la demanda puede disminuir, los proveedores pueden fallar… Todos estos factores se deben sopesar para hacer estimaciones lo más precisas posible en cada caso particular.

Equilibrar la deuda y la financiación

En tiempos de inflación, puede ser una ventaja endeudarse porque el valor del dinero se deprecia a medida que aumentan los precios. Paralelamente, las condiciones crediticias se endurecen por una mayor percepción de riesgo. Por tanto, es necesario analizar si conviene una posición más conservadora y apostar por el ahorro. 

Por otro lado, una de las consecuencias de la inflación para las empresas que buscan financiación es la escalada de los tipos de interés. Estudiar los calendarios de pagos y refinanciaciones es esencial para no perder el tan ansiado equilibrio. Las herramientas de gestión de datos aportan una visión global y actualizada de la situación financiera de la empresa. 

Prestar atención a los recursos humanos

Las personas son el mayor activo de una empresa, pero, al mismo tiempo, los costes salariales pueden poner en jaque la competitividad. Las políticas deben armonizarse para evitar que el talento más valioso decida marcharse a la competencia y así no perder poder adquisitivo.

Las medidas de retención de talento no tienen por qué basarse exclusivamente en la retribución económica. La creatividad y la flexibilidad son más importantes que nunca para diseñar alternativas que hagan de la compañía un lugar atractivo para los empleados. 

La capacidad de liderazgo cobra gran relevancia para afrontar épocas de incertidumbre como la actual. La cohesión en el equipo es imprescindible para aumentar el compromiso de la plantilla. 

Las previsiones sobre el futuro de la inflación son meras especulaciones porque los expertos no saben cuánto durará o qué niveles puede alcanzar. De ahí, la importancia de manejar diversos escenarios y adaptar las decisiones estratégicas conforme avanza la situación. 

La resiliencia es clave para tomar medidas en función de cómo afecta la inflación a la empresa. Las organizaciones que se apoyan en soluciones digitales de gestión empresarial avanzadas,  como SAP, disponen de herramientas para tener una visión de conjunto que les ayude a salir reforzadas de la crisis.

 


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